domingo, 6 de diciembre de 2015

Ciber-deposición

Me desperté empapado en sudor, desesperado y muerto de asco. Una gran lluvia de mierda caía sin parar sobre mi cabeza y era tal la cantidad que comenzó a traspasarme la ropa. El olor era insoportable y el tacto de los mojones sobre mi cuerpo peor aún. Menos mal que todo fue un sueño y me esperaba un hermoso día de verano en la playa.

Así que, a pesar del desagradable despertar, me levanté con una sonrisa, desayuné y comencé a preparar todo lo que se necesita para pasar un buen día de playa: una sombrilla, una silla, una mesita, una cerveza fría, el termo con café, un bocadillo de tortilla y un poquito de jamón Cinco Jotas. Buscas un lugar apartado en algún lugar de la costa de Málaga y se puede decir que estás en el paraíso.

Desembarqué en la playa con todas las cosas, acomodé todo y monté mi pequeño lugar de descanso. Pasé la mañana tomando el sol y bañándome en el mar hasta que llegó el mejor momento: comerme el bocadillo de tortilla con la cerveza fría y el jamón. ¡Qué felicidad!

Sin embargo, mi paz interior se truncó porque mi intestino me traicionó. De repente, me entraron unas ganas de cagar insoportables. A veces la gente te dice: si aguantas mucho se te pasa, pero si yo seguía aguantando me iba a cagar encima. Así que encendí mi radar y localicé un chiringuito en las inmediaciones y pensé: "Esta es la mía".

Raudo y veloz me dirigí al bar. Salí corriendo tan rápido que me olvidé ponerme las chanclas y me metí de cabeza en el baño de hombres. Primer y grave problema: el váter estaba roto, la orina inundaba todo el suelo del baño y yo estaba ahí descalzo para pisarlo.

Del asco di un salto mortal y terminé en la playa con los pies empanados en una mezcla de orina y arena. En el fondo me daba igual porque lo que quería era cagar y todavía no lo había conseguido.

Miré a mi alrededor y no había nadie. No lo dudé, me metí en el baño de las mujeres. Al fin me pude sentar en un inodoro y empecé a cagar. Yo no soy de la generación de Internet, así que me puse a leer el periódico del que nunca me despego cuando estoy en un momento de relax.

Mi paz volvió a durar nuevamente poco tiempo. Una señora empezó a aporrear la puerta del baño exigiendo entrar. Alzando la voz le dije que estaba ocupado y que el baño de hombres estaba averiado. Ella siguió insistiendo, no había forma humana de tranquilizarla. Ya harto de escucharla le grité que estaba cagando y que se calmara un poco. Pero ella siguió golpeando la puerta.

En ese instante me puse a pensar que cagar siempre fue un momento íntimo que la gente respetaba. Ahora ya no. Toda va a la velocidad de Internet y, por tanto, la sociedad nos exige que desarrollemos la ciber-deposición. ¿Qué es la ciber-deposición? Muy fácil. Cagar ha dejado de ser un momento dedicado a la reflexión y a la lectura. Ahora tienes que defecar en 35 segundos en los que, además de plantar un pino, te debe dar tiempo a twitear un par de mensajes y subir cinco fotos a Instagram. Para el pedo final ya no hay tiempo, eso debe ya hacerlo fuera del baño.

Pero si hasta los hoteles de cinco estrellas están quitando los bidés y ponen toallitas húmedas para que te limpies el culo rápido y mal. ¿Dónde vamos a llegar? Hasta ahora teníamos los cibercafés y las cibertiendas, pues ya está aquí la ciber-deposición que va a una velocidad de 4G. Aunque yo prefiero seguir cagando en analógico.

Retomando el tema anterior, la señora seguía insistiendo en entrar al baño. Ya me daban igual sus golpes y sus quejas, pero cuando terminé al salir del baño me di el gusto de decirle a la cara: “No se dio cuenta que estaba cagando y el servicio de los hombres está averiado”. Y me contesto: “Eres un mal educado y un insolente”. Así que encima la culpa de todo fue mía.

Al final las ganas de cagar, premonitorias en mi sueño, me costaron terminar con los pies empanados con orina y arena, me echaron un puteo por tardar mucho en el baño y me quedé sin leer el periódico porque lo tuve que usar para limpiarme el culo.

Copyright © 2015 Literatumas: blog literario de Martín Lapadula

No hay comentarios:

Publicar un comentario