domingo, 8 de noviembre de 2015

De alma, cagón

Siempre he sido muy incrédulo respecto a las historias de fantasmas y espíritus. No digo que la gente mienta cuando cree haber entrado en contacto con una persona que ya está muerta, pero si pienso que se trata de ilusiones creadas por la mente, inducidas por la visita a un lugar o casa extraños o por la pérdida de un ser querido. Sin embargo, este tipo de historias me hacen sentir mucho miedo y respeto. Y digo esto por lo que voy a contar a continuación.


No sé bien por dónde empezar. Me ocurrió hace unas semanas. Fue un día normal, como muchos otros. Uno de esos días en que me levanté cansado y con sueño y me fui a trabajar. Volví a casa, más cansado aún, después de una dura jornada de trabajo y sólo pensaba en cenar y en dormir.

Me dolía mucho la cabeza y tenía la sensación de que alguien me estaba observando. Era una molestia constante, algo o alguien estaba invadiendo mi espacio vital y me mantenía alerta a la espera de ser atacado en cualquier momento.

Cené y mientras veía la tele tuve la sensación de que ya no estaba en mi casa. Sin darme cuenta me encontré sumergido en una realidad paralela, todo a mi alrededor se volvió de color negro y sólo distinguía algunas sombras grises corriendo por todas partes. La angustia se apoderó de mí.

Un escalofrío terrorífico recorrió todo mi cuerpo. Tenía el brazo y la mano izquierdos húmedos. Luego sentí unos pasos, alguien se acercó a mí, pero no podía verlo. La oscuridad era absoluta. Cuando me quise dar cuenta ya estaba a mi lado, podía sentir su presencia. De repente, tocó mi mano izquierda y comenzó a invadir mi cuerpo. Poco a poco sentí como traspasaba mi piel y me dominaba.

Pensé: “Esto es el fin, no hay vuelta atrás, hasta aquí he llegado”. Ya no podía más, sentía un dolor insoportable, luché con todas mis fuerzas, intenté apartarlo de mí, incluso haciéndome daño, pero esa extraña sensación ya era dueña y señor de mi cuerpo.

Quería expulsarlo, incluso pensé en arrancarme la piel a tiras, pero no podía moverme y tampoco gritar. Estaba totalmente atrapado en una sensación de pánico que me comprimía el alma y me consumía el corazón. Y me pregunté: ¿Por qué carajo me tienen que pasar estas cosas a mí? Sólo quiero dormir tranquilo. No soy nada bueno interpretando mensajes del más allá y les puedo asegurar a todos los fantasmas que si contactan conmigo perderán el tiempo, porque saldré corriendo lo más rápido posible. Si, soy un cagón para estas cosas, incluso me da miedo entrar sólo en un apartamento de 25 metros cuadrados.

Tengo que decir que no sé si lo que me ocurrió fue real o un sueño, si se trataba de un espíritu que intentaba poseerme o si era mi alma luchando por abandonar mi cuerpo. Lo que si sé es que cuando recuperé la consciencia la oscuridad de la habitación era absoluta, tenía mojado mi brazo izquierdo y al encender la luz vi como unas marcas de agua dibujaban unas siluetas de pasos que se alejaban desde el sofá hacia la ventana.

Copyright © 2015 Literatumas: blog literario de Martín Lapadula

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