No sé bien por
dónde empezar. Me ocurrió hace unas semanas. Fue un día normal,
como muchos otros. Uno de esos días en que me levanté cansado y con
sueño y me fui a trabajar. Volví a casa, más cansado aún, después
de una dura jornada de trabajo y sólo pensaba en cenar y en dormir.
Me dolía mucho la
cabeza y tenía la sensación de que alguien me estaba observando.
Era una molestia constante, algo o alguien estaba invadiendo mi
espacio vital y me mantenía alerta a la espera de ser atacado en
cualquier momento.
Cené y mientras
veía la tele tuve la sensación de que ya no estaba en mi casa. Sin
darme cuenta me encontré sumergido en una realidad paralela, todo a
mi alrededor se volvió de color negro y sólo distinguía algunas
sombras grises corriendo por todas partes. La angustia se apoderó de
mí.
Un escalofrío
terrorífico recorrió todo mi cuerpo. Tenía el brazo y la mano
izquierdos húmedos. Luego sentí unos pasos, alguien se acercó a
mí, pero no podía verlo. La oscuridad era absoluta. Cuando me quise
dar cuenta ya estaba a mi lado, podía sentir su presencia. De
repente, tocó mi mano izquierda y comenzó a invadir mi cuerpo. Poco
a poco sentí como traspasaba mi piel y me dominaba.
Pensé: “Esto es
el fin, no hay vuelta atrás, hasta aquí he llegado”. Ya no podía
más, sentía un dolor insoportable, luché con todas mis fuerzas,
intenté apartarlo de mí, incluso haciéndome daño, pero esa
extraña sensación ya era dueña y señor de mi cuerpo.
Quería expulsarlo,
incluso pensé en arrancarme la piel a tiras, pero no podía moverme
y tampoco gritar. Estaba totalmente atrapado en una sensación de
pánico que me comprimía el alma y me consumía el corazón. Y me
pregunté: ¿Por qué carajo me tienen que pasar estas cosas a mí?
Sólo quiero dormir tranquilo. No soy nada bueno interpretando
mensajes del más allá y les puedo asegurar a todos los fantasmas
que si contactan conmigo perderán el tiempo, porque saldré
corriendo lo más rápido posible. Si, soy un cagón para estas
cosas, incluso me da miedo entrar sólo en un apartamento de 25
metros cuadrados.
Tengo que decir que
no sé si lo que me ocurrió fue real o un sueño, si se trataba de
un espíritu que intentaba poseerme o si era mi alma luchando por
abandonar mi cuerpo. Lo que si sé es que cuando recuperé la
consciencia la oscuridad de la habitación era absoluta, tenía
mojado mi brazo izquierdo y al encender la luz vi como unas marcas de
agua dibujaban unas siluetas de pasos que se alejaban desde el sofá
hacia la ventana.
Copyright © 2015
Literatumas: blog literario de Martín Lapadula
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